17 jul 2013

Con los pies en la tierra y ojos en el espacio

Una mirada sobre el Plan Espacial Nacional

Martín Maas

La actividad espacial requiere de cohetes lanzadores y sensores infrarrojos, considerados tecnología militar, cuyo desarrollo le genera “preocupaciones” a EEUU, Inglaterra u otras potencias y las presiones no tardan en llegar [1].

Pero un Plan Espacial ofrece muchas más posibilidades y desafíos que el desarrollo de estas tecnologías como un objetivo en sí mismo. El aprovechamiento de la información espacial, un tema que normalmente no recibe atención mediática o en el debate sobre CyT, permitiría, por ejemplo, monitorear recursos naturales como los del mar argentino en coordinación con organismos como el INIDEP; aportar a numerosos problemas en ecología como la desertización, los derrames de petróleo y el monitoreo de bosques; apoyar a YPF mediante la elaboración de mapas digitales de elevación del terreno, a la navegación, a combatir la evasión impositiva en el campo, a los estudios antárticos, a los riesgos de salud regionales como el dengue, y tantas otras. Finalmente, elaborar información crucial para la predicción del clima así como el riesgo de sequías e inundaciones.
Ingenuamente se puede creer que los distintos instrumentos a bordo de un satétile son “lupas u ojos gigantes”, infalibles en adquirir la información de interés para las aplicaciones, y que alcanza con “mirar las imágenes” para poder abordar estas problemáticas. Sin embargo, en la literatura especializada está establecida la necesidad de utilizar numerosas fuentes de datos, combinando distintos sistemas orbitales y estaciones meteorológicas en un esquema de inferencia que incluye a su vez modelos tanto de los procesos de interés como de su observación, que se conoce como “asimilación de datos”. Es decir, el último eslabón de los llamados “ciclos de información espacial” suele ser una tarea científica compleja que requiere de numerosos insumos.

Es así que proyectos de esta índole son llevados a cabo en distintas áreas de CONAE, o bien mediante la asociación con las Universidades. Por ejemplo los “Anuncios de Oportunidad” son proyectos científico-tecnológicos orientados a los fines de una misión, que pueden dinamizar enormemente la actividad en instituciones de CyT acercando importantes problemáticas no resueltas, financiamiento, nuevos colaboradores, etc. Estos proyectos son por su naturaleza interdisciplinarios y tienen el potencial de movilizar a una gran cantidad de investigadores en pos de objetivos comunes, algo inusual en el fragmentado sistema de CyT. Pero esta frag mentación tiene un origen no solo en las condiciones de contorno del desarrollo actual del país, sino también en las políticas científicas y universitarias que son impuestas en los organismos de CyT, y es por eso que estos proyectos interdisciplinarios suelen ser albergados con dificutad y llegado el caso en que finalizan y no se suceden de otros, se observa un regreso a los “modos naturales de oscilación”, es decir, a los usualmente pequeños y fragmentados proyectos de investigación que suelen ser integrados en el hemisferio norte para su propio beneficio.

Aunque la posibilidad de integrar estos esfuerzos para un beneficio concreto para el país tampoco está garantizada trivialmente. En ese sentido, analicemos brevemente una cuestión crucial para que el aprovechamiento de la información espacial sea posible en nuestro país, al menos en el caso de aplicaciones relacionadas al clima donde existe la necesidad de “asimilar datos”.

¿Cuál es el estado de la red de información climática pública?


Históricamente, gracias a un convenio entre la compañía de Ferrocarriles y el SMN, se disponía de una red que en 1966 constaba de 3 mil pluviómetros y 592 estaciones de superficie distribuidas en el territorio nacional. Con el desguace del Ferrocarril durante los 90’s esa red quedó desmantelada y reducida a alrededor de una décima parte. Además, en ese proceso aparecieron fuertes trabas para el acceso a la información [2]. En este cuadro, algunas provincias desarrollaron sus propias redes, o también algunos privados. Existe un proyecto del MinCyT [3] para sistematizar los datos existentes en los organismos públicos, pero la situación aún está lejos de haberse revertido. En la situación actual, es de esperarse que solo grandes monopolios o pooles de siembra logren reunir suficiente información como para adquirir con ella una mayor capacidad de cálculo especulador. Además resulta mucho más difícil poder plantearse objetivos a nivel nacional en torno al aprovechamiento de datos satelitales.

A veces, el estado actual de la red de información climática se impone de la peor manera, con inundaciones o sequías que no pueden ser previstas por ningún organismo público. Por eso es necesario insistir en la necesidad que desde el Estado se reconstruya la red de información climática de base, alcanzando al menos los niveles de décadas pasadas, y que se garantize el libre acceso a la información climática pública, posibilitando la sistematización y combinación con otras fuentes como las mediciones de diversos instrumentos orbitales. Porque sino, por mejores satélites que tenga el país, nos encontraremos “con un as y dos cuatros” frente a enormes desafíos.

Entre las necesidades locales y los nichos internacionales


Nuestro país demostró ampliamente ser capaz de llevar adelante proyectos tecnológicos complejos. Usualmente se cita como el máximo caso de éxito a la división de pequeños reactores experimentales y de uso medicinal del INVAP, que logró pasar a exportar a varios países. Probablemente el principal beneficio de estas exportaciones haya sido garantizar la continuidad de esta institución emblemática bajo condiciones sumamente adversas. Pero es válido preguntarse ¿Cuál es la verdadera medida del éxito en los proyectos tecnológicos: lograr ocupar un nicho en el mercado internacional o lograr estar a la altura de las necesidades locales del país? Porque estos dos aspectos no están libres de contradicciones.

Por ejemplo, para competir en el mercado internacional es necesario mantener bajos costos, y así se pueden entender muchas cuestiones usuales en el sector aeroespacial, como la abundancia del personal tercerizado y temporario, y la flexibilidad que se exige al personal, atentando muchas veces contra un desarrollo a largo plazo en diferentes líneas temáticas. O las jornadas de trabajo sin límites de tiempo en los 7 días de la semana para llegar con algunos plazos importantes, con poca gente trabajando. Bajo esta óptica el proyecto SAC-D significó solamente “un certificado de calidad”, ya que la NASA “nos confió” un instrumento de U$S 200 millones - mientras que Argentina gastó alrededor de la cuarta parte entre la plataforma, los otros instrumentos y 10 años de operación. Con ese certificado, así como el reconocimiento por parte de NASA a la excelencia de nuestros recursos humanos y a “lo duro que trabajan, durante largas jornadas” parece posible aprovechar los bajos costos en dólares que tendría la Argentina para poder exportar estos desarrollos o servicios. Muchas veces este aparece como el principal objetivo a cumplir, lo que necesariamente condiciona el desarrollo de cualquier otro.

Es necesaria una política que desarrolle organismos, planes y programas centrados en un desarrollo integral del país frente a una restringida a las posibilidades de negocios internacionales. Una política científica y universitaria que busque profundizar el efecto dinamizador que potencialmente tienen esta clase de proyectos nacionales sobre todas las áreas del conocimiento. Solo así, con los pies en la tierra y ojos en el espacio, los desarrollos tecnológicos y los avances científicos podrán traducirse en beneficios concretos para nuestro país.

Próximamente:

Charla “Satélites, Estaciones Meteorológicas y Algoritmos: Estado actual y perspectivas para la Red de Información Climática en Argentina” Panelistas a confirmar.


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[1] “EEUU temió un plan para revivir el misil Cóndor” La Nación, 24/4/2011.
[2] Ver “De las estaciones meteorológicas...” A.Celis, P.Forni, Revista Redes vol 14 Nº18. Buenos Airess 2008.
[3] http://datosclimaticos.mincyt.gob.ar/