17 jul 2013

Los puntos de vista que no dejan expresarse en la FCEN

Las autoridades de la Facultad definieron en el Consejo Directivo “No hacer lugar a la propuesta del curso Aspectos sociales e Investigación-Acción en Ciencia y Tecnología: un enfoque transdisciplinario, como curso de postgrado de la FCEN”. A pesar de que en menos de cinco días más de 650 estudiantes, docentes y graduados firmaron apoyando el dictado del curso, más de 80 estudiantes se preinscribieron al curso y muchos estudiantes y docentes se movilizaron al Consejo Directivo, el curso fue rechazado con los 11 votos de los consejeros de las autoridades (8 de la lista única de profesores ADU + 3 de la mayoría de graduados Sumatoria). 


El curso planteado expresa un análisis crítico del sistema científico y nuestro quehacer diario como investigadores y docentes,  con una perspectiva que no es la que predomina en la FCEN. Aborda temáticas que van desde la conformación histórica de las Ciencias Modernas hasta polémicas actuales, tomando las problemáticas en torno al monocultivo de soja y la megaminería como casos testigos.


¿Por qué las autoridades de la Facultad rechazaron el curso?


El principal argumento esgrimido fue que el curso tenía una “visión parcial y particular” de la temática. Sin embargo, todos los cursos de la Facultad tienen una “visión parcial y particular” de las temáticas que se dictan y todos los cursos adoptan un punto de vista particular. La ciencia no es neutral y por lo tanto existe un punto de vista hegemónico en la Facultad que se expresa en la imposición a través de variados mecanismos de cómo debe ser nuestra práctica diaria, qué temas son relevantes de investigar y cuáles no, cómo se debe investigar, qué resultados se esperan y para quién. Por ejemplo, bajo la presión de publicar o quedar fuera del sistema, este punto de vista hegemónico se expresa en un método de evaluación de la calidad científica basada en la publicación de trabajos en revistas internacionales de alto impacto, que tienen su propia agenda y terminan definiendo -en última instancia- en qué debe trabajarse según los temas de importancia de los países imperialistas, o proyectos fragmentados que sólo llegan a integrarse en su beneficio, con poca o ninguna capacidad de resolver las necesidades de nuestro pueblo y nuestro país. Así, este punto de vista hegemónico en nuestra Facultad también nos impone una relación con la sociedad que la separa de nuestra práctica diaria, sesgando el aspecto de esta relación a través de las empresas, donde terminan expresándose y predominando los grandes monopolios, las mineras y los pooles de siembra, que poco interés tienen en el desarrollo integral e independiente de nuestro país.

Sin embargo, somos cada vez más los graduados y docentes que buscamos que en las materias que dictamos se exprese otra cosa, ya que las materias de la Facultad, en mayor o menor medida, inevitablemente reproducen un punto de vista, en los temas que seleccionan a abordar, los que dejan fuera, la importancia y enfoque en que se le da a cada tema, la bibliografía adoptada, y la manera de evaluación. Así, como parte de este proceso fueron desarrollándose en los últimos años en la FCEN distintas iniciativas como el ciclo de charlas ¿CPQ?: ¿Ciencia Para Quién? y recientemente la Cátedra Libre Ciencia y Tecnología: ¿Nueva dependencia o proyecto liberador? Debates en Argentina y América Latina.

La razón por la que las autoridades de la FCEN rechazaron este curso, no es porque tiene una “visión parcial y particular”, sino justamente porque tiene un punto de vista que no es el hegemónico en la Facultad. Propone otras formas de abordar nuestra práctica científica, que no es la predominante a la que estamos acostumbrados en las materias de la Facultad y nuestra práctica diaria. Justamente por eso es importante que exista y se dicte. Es fundamental que en la Universidad pública haya pluralidad de puntos de vista, para poder tener un panorama completo de las ideas existentes, que puedan contrastarse, y se pueda concluir qué es correcto y qué no de cada enfoque. Es la base de un enfoque verdaderamente científico, que no prohíba otros enfoques para fortalecer el propio, sino que esté abierta a las distintas ideas para poder contrastarlas con la realidad y sobre la base de la práctica encontrar las correctas. Impedir que este tipo de cursos se dicten socava  las posibilidades de una Facultad realmente científica que pueda aportar a un desarrollo independiente del país.

Es fundamental que los graduados, becarios y docentes junto a los estudiantes no dejemos que esto suceda, y que este y otros cursos de estas características puedan realizarse en la Facultad.

Otros argumentos:

Otro de los argumentos esgrimidos fue que los docentes del curso no eran idóneos. Sin embargo, entre los docentes coordinadores hay varios investigadores del CONICET, muchos con experiencia en proyectos interdisciplinarios, con estudios en filosofía de la ciencia y dictado de cursos de posgrado sobre estas temáticas en distintas Universidades del país. Dentro de los docentes invitados están, por ejemplo, Diego Hurtado (Físico, Historiador de la Ciencia) y Alicia Massarini (Bióloga, Relaciones CTS, Educación Científica, Difusión) que también tienen suficientes antecedentes en estudios sistemáticos transdisciplinarios, incluyendo la autoría de libros en la temática del curso. Otros como, por ejemplo, el Ing. Enrique Martínez, que fue presidente del INTI por muchos años. Sin embargo, en el Consejo Directivo las autoridades desacreditaron todas estas “credenciales”, tratando a los docentes invitados de “testaferros” y llegando a plantear que “el único que podría dar un curso como el propuesto es Mario Bunge” (Dixit: R.Etchenique y C.Vera, consejeros de profesores de ADU). Lo que pone nuevamente en evidencia que la polémica central es que las autoridades sólo admiten un punto de vista en esta temática.
También plantearon que la bibliografía propuesta tenía una visión parcial. Sin embargo, los docentes del curso se mostraron predispuestos a incorporar más bibliografía y las autoridades podrían haber sugerido la incorporación de otros textos, pero siguió siendo uno más de los argumentos esgrimidos para el rechazo del curso.

¿Cómo llegó el proyecto de rechazo del curso  al Consejo Directivo?

Este curso fue propuesto por un grupo de docentes en el CoDep del FBMC. Tanto el CoDep como la subcomisión de doctorado del FBMC, elevaron el pedido a la comisión de doctorado (*1) para que se lo acepte como curso para su carrera de posgrado, y se le otorguen 3 puntos. La comisión de doctorado de la FCEN consultó a las subcomisiones de doctorado de todas las carreras. Algunas propusieron que se le otorgara puntos para sus carreras de doctorado, otras no, y ninguna se opuso a que el curso se dicte. En función de esto, la comisión de doctorado de la FCEN envió su dictamen a la comisión de enseñanza para que se acepte el curso, argumentando que apunta a “una mejor formación integral de los eventuales estudiantes de posgrado”. En general, en la comisión de enseñanza (*2), los cursos que vienen con la recomendación de la comisión de doctorado son aprobados. Sin embargo, en este caso, la agrupación de graduados Sumatoria propuso “No hacer lugar al curso”. En menos de cinco días, más de 650 estudiantes, docentes y graduados firmaron apoyando el dictado del curso. Más de 80 estudiantes se preinscribieron al curso, y muchos estudiantes y docentes se movilizaron al Consejo Directivo de 20/5. Sin embargo, el curso fue rechazado, con los 11 votos de los consejeros de las autoridades (8 de la lista única de profesores ADU + 3 de la mayoría de graduados Sumatoria). 
(*1) La comisión de doctorado está compuesta por un representante de cada carrera de doctorado de la Facultad. Estos representantes son propuestos por el CoDep de cada departamento.
(*2) La comisión de enseñanza está compuesta por los miembros de las agrupaciones que están en el Consejo Directivo.